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y aseguraban las acciones del inversionista en la compañía. Esto generó
varios sinónimos que se utilizarían con el transcurso de los años, entre ellos
Securities (que significaban la tenencia segura por parte del propietario)
y Equities (que indicaban el derecho a una parte del capital).

   En marzo de 1792, un trader neoyorquino llamado William Duer,
quien también ocupaba el cargo de subsecretario del Tesoro de Estados
Unidos en aquellos tiempos, estaba invirtiendo en un plan para comprar
la deuda estadounidense a Francia a precio de descuento. El plan fracasó,
y Duer perdió toda su fortuna y algo más, pero las ramificaciones de sus
inversiones fallidas contribuyeron al pánico de 1792, cuando él se declaró
en bancarrota. A estos eventos se aplicó el término crash o caída. Fue
uno más de los muchos que tendrían lugar durante la historia de Wall
Street. Después de esta caída, los traders decidieron institucionalizar
sus actividades y establecer un lugar donde fuera posible controlar y
documentar todas las transacciones. En mayo de 1792, los traders y los
creadores del mercado firmaron el “Acuerdo Buttonwood”, así llamado
porque se celebró bajo el sicomoro (buttonwood) que estaba fuera del
número 68 de Wall Street. El acuerdo significó la fundación formal de la
Bolsa de Valores de Nueva York y el establecimiento de las comisiones
estandarizadas.

   El famoso edificio NYSE (Bolsa de Valores de Nueva York) se construyó
en 1827 en la esquina de Wall Street y Hannover Street. En 1842 se fundó
un mercado bursátil competidor conocido como el AMEX, Bolsa de
Valores Americana (American Stock Exchange). Simultáneamente con
la prosperidad mundial, Wall Street desarrolló su papel como el centro
financiero más importante.

   En los años 1890 y a principios de los 1900, un nuevo fenómeno
comenzó a adquirir fuerza. Por todos los Estados Unidos empezaron a
surgir “tiendas de acciones”, también conocidas como “tiendas de cubetas”.
El término se importó de Inglaterra, donde tenía claras connotaciones
de actividades ilícitas. Los clientes de estas tiendas se dedicaban a
especular sin llevar a cabo transacciones de intercambio de acciones:
de hecho, apostando. Un trader “apostaba” al precio de una acción sin
comprarla. Cuando el trader sacaba una ganancia, la tienda perdía y
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